Mientras el presidente del gobierno de España decidía ponernos en cabeza de la competición universal por la copa de la indignación moral, yo estaba cocinando unas patatas a la importancia y recordaba algo que le escuché hace algún tiempo a Slomo Ben Ami, ex embajador de Israel en España y ex ministro de asuntos exteriores de Israel: "Ustedes los europeos, tienen soluciones para todo, por ejemplo, han encontrado la solución ideal para el conflicto entre Israel y Palestina: que ambos bandos nos comportemos como buenos cristianos". Las patatas a la importancia son uno de eso platos sencillos de la cocina popular que cuando te salen bien, saben a gloria bendita, como un buen tomate con un buen diente de ajo bien picado y una borrasca de aceite encima, de excelente aceite, claro; o el currusco de un pan recién salido del horno con un pellizco de jamón... o los calamares frescos a la plancha, con ajo y perejil y una salsa de aceite de gamba, o... Ha venido el vecino albañil, un artista de la eficiencia, un mago. En un ver y no ver ha taladrado la pared, ha puesto los tacos y las alcayatas y ha colgado el cuadro. Le he arrancado el compromiso de que nunca reconocerá haber hecho esto y que los méritos me los llevaré yo solo. Nada más terminar la faena le he enviado una foto a mi mujer, que no se podía creer lo manitas que soy. Ella no lee este blog (me imagino que ya tiene suficiente padeciéndome en directo como para padecerme en diferido) y, por lo tanto, no es fácil que se entere de la verdad. Estas mentirijillas piadosas ayudan mucho a la convivencia familiar. Como decía mi santa madre, «Una mentira bien compuesta, mucho vale y poco cuesta». Amén. Me escribe mi amiga B.: «J'aime le lyrisme de vos descriptions de la nature et surtout votre humour. On parle de l'humour anglais, de l'humour juif, d'autres encore, mais rarement de l'humour espagnol. Por supuesto, no pondré en duda su sinceridad.
lunes, 15 de septiembre de 2025
domingo, 14 de septiembre de 2025
Megalopsykhía
Mañana luminosa de domingo después de un día alborotado. Aún estábamos de sobremesa cuando un trueno descomunal nos hizo saltar de nuestras sillas. Después cayó un auténtico chaparrón que aquí, en Ocata, duró poco, pero parece que por los pueblos cercanos lo hizo con saña. Es lo que tienen la tormentas mediterráneas, que puede caer el diluvio en un par de kilómetros cuadrados y formar una riera que arrastra todo lo que se encuentre hacia el mar. Me fui a la cama tarde porque estuve viendo, una tras otra, dos películas sobre Churchill. ¡Qué hombre! Sus enemigos en Gran Bretaña decían de él que era capaz de hacerse un tambor con la piel de su madre para tañerlo en ofrenda a su propio ego. Sus admiradores veían en él un ejemplo de lo que Aristóteles llamó «megalopsykhía» (μεγαλοψυχία). Esta palabra se traduce habitualmente por «magnanimidad», pero es, sobre todo, una ambición (¿casi?) desmedida por llevar las riendas del Estado en los momentos más graves, aquellos en los que todo está en juego. Es la fuente de todo liderazgo verdadero, pero también de toda ambición totalitaria y de esa atracción que a veces empuja al votante democrático hacia la llama de la sumisión. Por eso conviene que no haya megalopsykhía que no esté sometida al escrutinio democrático de las urnas. Para ello es imprescindible que seamos todos tan demócratas que reconozcamos que no hay soluciones democráticas para todos los problemas políticos. Es decir, que no ignoremos lo trágico de la riera desbordada en tiempos de sequía.
sábado, 13 de septiembre de 2025
Tartarín del bricolaje
Se ha ido mi mujer a Pamplona y ha dejado una única tarea en mis manos: Hacer dos agujeros con el taladro en la pared, poner dos tacos y unas alcayatas y colgar un cuadro. Esta tarde ha aparecido mi hijo por casa y se ha ofrecido generosamente a ayudarme, pero yo, sobrado de mí, he despreciado su oferta. En cuanto se ha ido, he hecho de mí un Tartarín del bricolaje y me he puesto manos a la obra. El resultado ha sido tan lamentable, que le he pedido a un vecino albañil que venga a sacarme del apuro. Vendrá el domingo. Mientras tanto, el panorama de mi derrota está ahí, ineludible, indiscreto, humillante. No solamente hay cosas para las que soy un completo inútil sino que, además, como he podido comprobar hoy, mi inutilidad va creciendo. Finalmente he encontrado editor para el libro de Fausto di Biase. Esto se me da bastante mejor que el bricolaje. Fausto me ha invitado a participar en un simposium en Vicenza. Pero he visto el itinerario y me he cansado nada más de verlo. Le he contestado que cuando organice algo en una ciudad que tenga vuelo directo con Barcelona, cuente conmigo. A cambio he dicho que sí a una charla en Alcanar.
viernes, 12 de septiembre de 2025
La metamorfosis del mundo
Ulrich Beck escribe en La metamorfosis del mundo, el libro que, performativamente, dejó sin terminar: «Todos sabemos que la oruga se convertirá en una mariposa. Pero ¿lo sabe la oruga?» Esa oruga somos tú y yo, que, envueltos en la cosmovisión de nuestra existencia larvaria e ignorantes de nuestra inminente metamorfosis, somos «incapaces de ver la diferencia entre decaer y convertirse en algo distinto». Ante nosotros parece desmoronarse el pasado y sus valores, pero, en realidad no es nuestro mundo el que se desmorona, sino la imagen que tenemos de él. Estoy casi de acuerdo con Beck. A mi modo de ver la historia de la humanidad se resume en una constante aceleración de la ampliación de lo posible a expensas de lo real. De esta manera, todo lo que parecía sólido se ha ido convirtiendo en aire, que es donde habitamos en el presente, sin aclararnos bien si podemos ser optimistas o pesimistas. Sólo sabemos que sentimos el torbellino del viento que nos lleva aire y que lo que era impensable hace cuatro días, lo imaginamos como posible hace dos y ahora lo estamos experimentando como real mientras soñamos en nuevos posibles.
jueves, 11 de septiembre de 2025
La Novia del viento
Los medios han recogido con profusión el balance de la última campaña de excavaciones en los yacimientos de la burgalesa sierra de Atapuerca. Recomiendo la visita a Atapuerca y, a ser posible, prolongarla por el Valle de Juarros, de Ibeas de Juarros a Barbadillo del Pez, pasando por pueblos como Villamiel de la Sierra. Estamos hablando de la Sierra de la Demanda, que acaba en un pueblo llamado Eterna, hoy despoblado. Hay una metafísica singular en los topónimos. En el valle de Amblés, en Ávila, se encuentra el castillo de Manqueospese y a media hora de camino, el pueblo de Ojos-Albos. El topónimo que más me gusta es un altozano en las cercanías de Belchite llamado La novia del viento, por cuya conquista lucharon nuestros abuelos durante la guerra civil. Vuelvo a Atapuerca. Los hallazgos más significativos de esta campaña han sido 10 fósiles del Homo antecessor que presentan marcas de corte y fracturación, lo que refuerza las sospechas de prácticas caníbales. Gustavo Bueno, filósofo riojano, que comenzó bajando a las minas asturianas a explicar marxismo a los obreros y terminó aconsejando a los cubanos que abandonaran la filosofía marxista y acogieran el tomismo, defendía con vehemencia que la idea de hombre no se puede alcanzar desde la paleontología. "En Atapuerca no están las claves del hombre". Además si el «el hombre antecessor" es antecesor, entonces no es hombre. "De los huesos no se deduce qué es el hombre". "Analizando el ADN no se sabe cómo es el hombre en absoluto". Estoy de acuerdo con Bueno. Para comprender al hombre hay que entender a un ser capaz de bautizar la geografía con los nombres de Eterna, Ojos-Albos, Novia del viento, etc.
miércoles, 10 de septiembre de 2025
Me desperté una mañana y descubrí...
martes, 9 de septiembre de 2025
Canónicamente otoñal
El día ha amanecido canónicamente otoñal. He salido de casa cuando comenzaba a chispear y he llegado al hospital de Badalona cuando la lluvia cogía consistencia, impulsada por unas impertinentes ráfagas de viento. Tenía visita con el otorrino. He vuelto a contar mi historial y, como me pasa siempre que me pongo nervioso (en este caso porque los ejercicios de equilibrio no han ido muy bien), he soltado unas cuantas tonterías. «Tengo que ser sincera con usted», me ha advertido con gravedad la doctora, «esto no se le va a curar». «Lo sé», le he contestado, «pero no he venido con esperanzas de cura, sino para ver si me puede usted hacer un informe para presentárselo a mi mujer». «¿Un informe?». «Sí, un informe que le asegure que su marido aún no es completamente desechable». Después el día ha mejorado. En Ariel me han aceptado sin peros las más de 30 páginas de correcciones, supresiones y ampliaciones de la próxima edición de ¿Matar a Sócrates; he acordado con la editorial Encuentro la contra de La dignidad del mediocre; he retomado la escritura del libro sobre animales filosóficos, que tenía apartado y que aún no tiene título (¿El arca de Sofía?); he cocinado unas lentejas que me han salido redondas (los días grises demandan guisos de chup-chup que inunden la casa con su aroma); me he regalado una gozosa siesta de casi una hora; he contestado mails y a las 20:00 he mantenido un encuentro telemático con un grupo de madrileños. Mi mujer, por la tarde, estaba en atletismo.
Una mentira bien compuesta
Mientras el presidente del gobierno de España decidía ponernos en cabeza de la competición universal por la copa de la indignación moral, yo...