Allá por el año 2008, cuando comenzaba a tener relaciones con la prensa, Jose Maria Espinás me dio este valiosísimo consejo: «No importa lo que te pregunten. Lo que importa es que les des un titular. Si se lo das, se quedarán más que satisfechos». Desde entonces he acudido a una llamada de la prensa con dos o tres frases redondas preparadas. Y he de confesar que siempre funcionan, aunque a veces, el periodista, seducido por la frase, se empeña en darle contundencia modificando mis palabras. A uno le dije que «la sobreprotección es una forma de maltrato» y él tituló: «La sobreprotección es la peor forma de maltrato». En otra ocasión un periodista de un medio conservador madrileño me entrevistó con relación a La imaginación conservadora. Me preguntó si había algo que quisiera resaltar del libro. Le dije que sí, «la Escuela de Salamanca». El periodista tituló: «Gregorio Luri resalta la cueva de Salamanca». Esta perorata viene a cuento de la intervención de Sánchez esta mañana en la comisión de investigación del Senado, pero es aplicable a cualquiera de sus intervenciones públicas. Siempre lleva algún titular que echar a los sabueso. Esta mañana han sido dos frases de desprecio hacia la comisión de investigación. Y, por supuesto, las han recogido por todos los medios. Y de esta manera ha quedado sepultado el resto.
jueves, 30 de octubre de 2025
¿El retorno de la democracia orgánica?
Tengo la sensación de que estamos volviendo a la democracia orgánica, es decir a una democracia en la que el ciudadano solo cuenta en tanto que miembro de una fracción social, preferentemente de una fracción que se autodefine por la singularidad de sus padecimientos y la necesidad de visualizarlos. Las pugnas políticas actuales se explican en gran parte por la voluntad de sumar esas fracciones al caudal heterogéneo de los propios votantes. En los partidos deben estar visibles todas esas fracciones, y en el Parlamento, y en los debates públicos. Así que el ciudadano que se huele que si está solo, sin otra condición que la de simple ciudadano, es transparente y no cuenta nada, corre a identificarse con un malestar para ser parte de algo que represente su herida y poder presentarse en sociedad bajo un paraguas identitario. La historia del español se resume en el paso del hijodalgo a me duele algo. La democracia orgánica, por cierto, antes de formar parte del ideario franquista, había sido una reivindicación krausista.
miércoles, 29 de octubre de 2025
Los cerdos tienen alas
Sobre la confusión entre correlación y causación, tan frecuente en ese mundo mítico que es la pedagogía (en ningún otro se es más reacio a pasar del mito al logos) decía yo en un reciente artículo en El Mundo que las calles mojadas no anuncian lluvia. Bertrand Russell propone varios ejemplos para señalar los límites de lo que él llama «la inducción corriente». Uno de ellos es este: «Si los cerdos tuviesen alas, entonces algunos animales alados serían buenos para comer; ahora bien, algunos animales alados son buenos para comer, luego los cerdos tienen alas». Otro es el del pavo que reúne a todos los animales de la granja para proponerles un manifiesto de agradecimiento a los granjeros que tanto cuidan de ellos. Les proporcionan alimentos cuando tienen hambre, un cobertizo cuando llueve, paja para envolverse en ella cuando hace frío, veterinarios si están enfermos... lo que no sabía el pavo era que aquel día era la víspera de Navidad y el amo estaba afilando en aquel mismo momento el cuchillo. Esta es la falacia conocida como «afirmación del consecuente». Es muy común en los artículos supuestamente científicos de pedagogía.
martes, 28 de octubre de 2025
Voyerismo de sofá
He decidido hacerme una artroscopia de la rodilla izquierda. Hoy apenas puedo caminar. Tengo el menisco roto y parece que alguno de los fragmentos anda haciendo travesuras por ahí adentro. Para compensar, le he comprado un buen cucurucho de castañas al castañero de la Plaça Nova. En casa he estado haciendo naderías de aquí para allá. He puesto una serie y me he cansado pronto de ella. ¿Qué demonios nos pasa para que, sea en una película o en una serie, los personajes hayan de estar todos marcados por desgracias existenciales? Si no hay traumas parece que la trama no está a la altura de nuestro tiempo. Todo gira en torno a la sordidez de gente que ha sido maltratada por la vida y anda arrastrando por el suelo sus dolores. Hace unos meses me sorprendí a mí mismo viendo The White Lotus y advertí que lo que me interesaba era el voyerismo de sofá. La serie no hace más que exponer gentes emocionalmente trastocadas que buscan la manera de no salir muy mal paradas de su propia impericia a la hora de trapichear con ellas mismos. Ya no hay héroes sino convalecientes de escaparate. Y la audiencia va -vamos- de escaparate en escaparate protestando de que en todos está expuesto lo mismo.
lunes, 27 de octubre de 2025
El bullying y la indignación moral
Oía hace unos días por la radio las tremendas reacciones de los comentaristas de un programa a propósito de un caso dramático de bullying y, mientras sentía que estaban cayendo sobre mí toneladas de indignación moral (que posiblemente hacían creer a muchos oyentes que este sí que era un programa con conciencia), me preguntaba si no nos falta una palabra para nombrar la competición por la capacidad de escándalo. Si el bullying es el desprecio agresivo contra el que crees que no encaja, la indignación moral es el desprecio agresivo contra los que ponen en cuestión la imagen idílica de una sociedad de encajes emotivamente perfectos. Los tertulianos veían todo diáfano, aquí estaba la víctima, aquí los agresores, aquí los consentidores y aquí los negligentes, pero era obvio que no tenían información objetiva de nada. La culpa era del director de la escuela o "del jefe de estudios", puntualizó otro y, por supuesto, de los padres de los agresores, incapaces de controlar el matonismo de sus hijos. Y después, al finalizar el programa, se despidieron con la conciencia rebosante de emotividad dulzona -la mermelada sentimental que lo pringa todo-, hasta que la realidad les proporcione otro motivo para lucir su capacidad de escándalo. Pero la indignación moral, que convierte la sociedad en un infierno de salvadores y plañideras, no ayuda a comprender y, por lo tanto, no ayuda a solucionar... Si es que hay soluciones fáciles, en un sistema que cree en la bondad innata del niño y en la escolarización obligatoria, contra los matones de patio. No lleva bajo la luz de la objetividad los hechos a analizar, sino que pone al escandalizado en el pedestal de la bondad, reclamando para sí todos los focos.
domingo, 26 de octubre de 2025
El otoño monta casa
Se ha instalado el otoño. Lo ves en la desesperación de los barrenderos -en Ocata, todos negros-, incapaces de amontonar las hojas secas porque el capricho del viento anda jugando con ellas; en ese relente de las mañanas, que te obliga a salir de casa sin saber muy bien qué ponerte; en que el café con leche que ya apetece un poco más caliente... y en la imperativa presencia de las castañas. Las peores castañas que he probado en la vida me las vendió una gitana en la Calle Sierpes de Sevilla. Eran tan rematadamente malos que volví a protestarle, pero la mujer, muy decidida me lanzó un argumento definitivo en defensa de su honorabilidad: «¡Pero quillo, que no has comprado castañas, has comprado el sitio!». Reculé pensando que la vida es como las castañas. Por una parte, tiende a oler mejor que lo que sabe y, por otra nos da lecciones de vida cuando ya no tenemos la posibilidad de aplicarlas. Estos frutos de invierno son melancólicos. Tanto, que solo nos entregan todo su sabor cuando se saborean en familia alrededor del fuego del hogar, sintiendo que afuera, allá donde está el mundo, hace un frío que pela. Pero si nos ponemos a contar, pasa el tiempo y nos sobran dedos.
sábado, 25 de octubre de 2025
Una inquietante alegría
Siento como si de repente el destino estuviera dando un giro imprevisto a mi vida. Todo comenzó cuando desde Valencia me comunicaron que me concedían el Premio Acción Cívica de Humanidades. Por supuesto, me alegré. Pero pocos días después me concedieron el Premio Educatio a la Enseñanza (que recibí el sábado pasado en Toledo). Obviamente, me volvía a alegrar. ¿A quien le amarga un dulce? A mí, que soy tan laminero, no. Pero debo reconocer que me sorprendieron dos premios seguidos, pero pensé que no era sensato presentarle objeciones al azar amigo. Ayer me comunicaron que me daban otro premio, del que informaré cuando se haga público. Y ahora la alegría, intensificada, viene acompañada de una cierta preocupación. ¿Qué está pasando aquí? Premios como estos me parece que invitan más a mirar al pasado (a lo que has hecho) que al futuro (a lo que harás). Y yo tengo ahora más proyectos que nunca.
El gran sofista, Sánchez.
Allá por el año 2008, cuando comenzaba a tener relaciones con la prensa, Jose Maria Espinás me dio este valiosísimo consejo: «No importa lo ...
 
